
1
Todas las mañanas
Olivia crea pequeños soles con las manos.
Frota las manos
y el mundo empieza a girar en destellos,
Laredo se calienta,
En toda la tierra se reinventa la vida.
Las secretarias se despojan de sus medias.
Desatan su corbata los oficinistas.
Los niños nadan en las fuentes.
Los amantes buscan un hotel con aire acondicionado.
Mis tormentas se alejan
El calor se desparrama en el horizonte del tiempo.
Cuando Olivia sonríe y cierra los ojos
crea soles más pequeños,
como la conciencia del amor.
Pequeños soles que mueren fulminados al suspirar,
los transeúntes callan,
los tránsfugas toman bandera,
el viento le levanta la falda.
La imagen de sus piernas tornasoladas
apaga la tarde.
2
Olivia mide el tiempo
con su reloj de planetas
y cuando un cometa lo anuncia
Ella crea un nuevo sol.
Otra vez el caos.
Las aves se desorientan
toman el autobús equivocado,
nunca llegan al sur,
mueren de frío.
Los ecologistas la odian.
Los nuevos soles duran toda mi sobriedad.
Cuando Olivia despierta de buen humor
la ciudad se llena de soles.
Cada persona tiene su sol,
decenas de soles botan por las calles.
Los ambulantes los recogen
y luego los venden en el parque
a los gringos que se los llevan a Texas,
tienen tan poco con que alumbrarse
en el estado de la oscuridad solitaria
donde la muerte es necesidad y obligación.
Olivia también conoce la densidad del color,
me pone un arco iris en los hombros
por momentos siento cuanto pesa la luz,
ahora sé por que los poetas prefieren las sombras.
Cambia el color del canto
y la claridad castaña de sus ojos.
Reinventa nuevos colores con sabor rojo-grosella
escribo su nombre con mayúsculas verdegranas
y contornos ambarazulados.
La ciudad sonríe con asfalto morado
y semáforos llenos de color.
Los odios y las frustraciones
transitan en colores pastel.
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