martes, 20 de octubre de 2009

Delgadas láminas de tiempo

Amanece, gotas de sol en la ventana
filtran la fragilidad del día.
Delgadas láminas de tiempo desploman su antigüedad
sobre los objetos.

Frontera apretada, sudor acumulado en el viento.
Laredo suda amargo desde hace tiempo.
Opulenta ciudad, fiel a si misma;
la bestia en medio del desierto espera romper el último sello
para discernir el destino.

Inaprensible ciudad inapreciable.
Fatigada urbe saturada, agobiada,
a punto de estallar.

Rodelas sucias y abandonadas junto al río.
La frontera ha dejado de ser invencible.

Delgadas láminas de tiempo, taciturnas entrañas del pasado.
Perenne sequía que acaba todo a golpes de calor.
La frontera no perdona el abandono.

Las hojas de papel se quiebran al contacto con la tinta.
Por eso no hay palabras.

Los muros no soportan la pintura,
Ahí, tampoco se puede escribir.
Hay días en que el desierto sisea plegarias.
Ciudad que se pierde en el tiempo.

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