La carne se seca al sol
pellejos que algunas aves picotean
el recuerdo de aquella repugnante vieja
de blancas carnes y olor a vida desperdiciada
se reaviva en estas sedientas tardes
Carne salada sin sombra
en la mente
las noches en un hotel cercano al metro Taxqueña
la piel morena próxima a graduarse
olor a coco de mujer costeña
y todo aquello que quedó inconcluso
todo aquello sólo es pasado
Carne que llena la tarde de salitroso hedor
el sol de una ciudad en medio del desierto
una mujer moja sus labios en cerveza,
labios rojos de placer resplandeciente
mascaradas invernales para disimular un poco
la eterna espera
Trozos de carne muerta secándose al sol
duele más cada paso
la arena me hace cerrar los ojos
solo queda polvo sobre las tumbas
pisadas que se oyen siniestras sobre tu agonía
Una casa abandonada, casi derruida.
Miles de moscas tapan el sol,
se posan en mis manos y en mi boca
no me puedo mover,
cierro los ojos
al zumbido
del cercano andar de la muerte
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